Acabás de salir de la oscuridad de la disco y dos rayos de sol se te clavan como agujas uno en cada ojo. Hace rato que perdiste a los amigos con los que habías entrado, y como la flaca con la que estabas no quiso entregar después de calentarte toda la noche, te fuiste a la mierda. No tenés guita para un taxi, un garrón, pero por suerte pudiste salir con el trago todavía en la mano y decidís caminar por la costa porque te parece un flash ver la playa a las siete de la matina, oliendo a faso y vodka barato. Mirás para atrás mientras caminás, y te colgás viendo como el mar se apura a borrar las huellas que tus pies van dejando sobre la arena mojada. Venís pensando en la pelotuda esa que se hizo la estrella y se perdió de acabar frente al mar, cuando al mirar de nuevo para adelante las ves. Están en topless, se abrazan, se tocan. Un frío te corre por la espalda cuando te das cuenta que son Belén Francese y Evangelina Anderson. Belén parece la agresora y ayuda a Evangelina a sacarse la remera y quedar en tetas. Y escuchás a las dos reirse mientras se dicen “Belengelina” la una a la otra, como si fuera un código.
Y ya lo contaste veinte veces, pero nadie te cree. “Les digo que las vi, estaban las dos en la playa tocándose”, les repetís a tus amigos, y es al pedo porque cada ves se ríen más fuerte. “Che, no lo saquen a pasear mas a Whiskas, que se clava dos Speed y ve visiones” dice tu amigo. Y a esta altura, a vos te chupa un huevo porque vos sabés que las viste, todavía tenés impreso en la retina cómo las gomas desnudas de Belén Francese se apoyaban contra la espalda hermosa de Evangelina Anderson, que le ponía la cola. Y viste como Belén la abrazaba desde atrás, y Evangelina se agarraba las gomas y la miraba entre feliz y embobada, como si le agradeciera por haberla hecho acabar. No te la contaron, vos las viste esa mágica mañana en la playa. “Uds. se quieren matar porque mientras se comían esos bagayos del orto que sacaron del boliche, yo hice la mía y terminé viendo a Evangelina Anderson y Belén Francese en bolas tocándose en la playa”, le decís a tu amigo el gordo, que ya ni te escucha porque esta ocupado morfando su tercera bola de fraile.
“Dejate de joder, me estás cargando?” te responde con demora el gordo, ya nervioso porque queda una sola factura. “En serio me querés convencer que esas dos diosas tortilleaban en topless en la playa y justo vos sos el único que las viste?”. Y vos una vez más le contás lo hermosas que estaban, que son más lindas de lo que se ve en las revistas o en televisión, y que inclusive llegaste a pensar que quizás sean verdad las historias de marineros que dicen haber encontrado sirenas en sus viajes. “Es más, sabés como se llamaban entre ellas?”, preguntás al gordo y contestás como prueba “Se decian ‘Belengelina’ como si fuera un código entre ellas, se reían como locas”. El gordo se come a pellizcos la pastelera de la última factura como para hacerla durar y te grita “pero boludo, el chino me dijo que vos estabas re fumado anoche, dejate de hablar gansadas!”. Y a vos un poco te entró la duda al escuchar eso, porque te habías olvidado de esas pitadas que le diste al pinito que circulaba por el VIP. Pero la incertidumbre te duró poco, porque al dia siguiente alguien deslizó por debajo de la puerta del departamento un sobre blanco. Adentro encontraste una foto de Evangelina Anderson y Belén Francese en una disco, abrazadas y vestidas igual. Las dos parecen sonreir como si la foto la hubieran sacado especialmente para vos, y en el reverso hay una dedicatoria: ‘Querido Whiskas: Para que sea un secreto entre nosotros tres. Sos divino’. Debajo de la dedicatoria hay dos labios de mujer impresos en rouge (uno más fino y otro más pulposo) y debajo se lee una sola firma: ‘Belengelina’.
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