“Ahora estoy solita” dice Claudia Ciardone mientras agarra las cadenas con ganas de que alguien le eche un fierro, “por la calle de lejos me dicen de todo, pero voy a bailar y nadie encara, todos arrugan.” Y a juzgar por el tatuaje en la ingle puede que no sea un problema de huevos sino de costos: “Tengo una mente para los negocios y un cuerpo para el pecado” dice la inscripción en la ingle. “Obvio que recibo ofertas de sexo por dinero” admite la rubia y afirma que con ella no siempre billetera mata galán. “Si sos cariñoso y sincero, de esos hombres que te cuentan todo, vas bien conmigo” explica Claudita, “el físico no importa, aunque es verdad que primero entrás por los ojos.” Pero a ella todos quieren entrarle por el orto. “La cola es lo que más me elogian y se usa, pero es para una persona especial” explica Ciardone, “no es para cualquiera, digamos que la cola es el premio máximo.”
“Cuando estoy sola me gusta tocarme” dice Claudita mano en concha, “sé tocarme bien, lo dejo fluir en todo sentido y la paso bien.” Dale una mano!
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Las tetas pezonean brillantes bajo las luces, la mano agarra las cadenas como si fueran una garompa de acero, los jeans cortados te invitan a meter mano para comprobar si más abajo hay pelos o bombacha, pero no te tires encima todavía, porque todo tiene un precio. “Obvio que me ofrecen dinero por sexo” dice Claudia Ciardone, “lo típico es que lo hagan con llamados anónimos ‘de parte de’ o ‘te hablo por’, eso nos pasa a todas las chicas, está la que agarra y la que no.” Y la pregunta de si agarra viaje se la deben haber hecho tantas veces que Claudita se tatuó la respuesta en la ingle: “Tengo una mente para los negocios y un cuerpo para el pecado” dice la inscripción que bajo el short revela el pesado gancho. Y en el negocio del pecado, la rubia es una de las mejores. “En la cama nunca fallo” asegura Ciardone a modo de garantía de servicio, “soy muy gauchita y nunca tuve quejas, al contrario
siempre son elogios, te digo que en el sexo soy un diez, siempre trato de dar lo que mejor de mí.” Y eso incluye la cola, su posesión más preciada. “La cola es lo que más me elogian, estoy muy conforme yo también con ella, me gusta” dice la ex Gran Hermano, “la cola se usa, pero es para una persona especial, sino no hay manera. Digamos que la cola es el premio máximo.” O mejor dicho el precio máximo, porque obvio que el asterisco no está incluído en el servicio estándar. “La colectora no está negada, pero me tiene que motivar mucho la persona” dice Claudia y queda claro que aunque lo niegue, para ‘motivarla’ hay que tener mucha guita. “Estuve con Tévez, Mouche, Fort y gente famosa, pero no tendría problema en estar
con un tipo común, el problema es que en el ambiente que me muevo es difícil que conozca a un camionero ponele” explica la rubia, “también es difícil que el mecánico que tiene el calendario mío en el taller se anime a hablarme, a mí los hombres me encaraban más antes de ser conocida.” Y si querés que te sopletee gratis, el galán que gana sin billetera, ahora es un buen momento para probar. “Estoy solita, me siento bien estando sola pero no
estaría mal enamorarme tampoco” anuncia Ciardone, “el problema es que voy a bailar y nadie te encara, todos arrugan. De lejos sí me dicen de todo, pero de frente nada.” Y la recompensa para el que se anime es grande. “Siempre acepto hacer lo que me piden en la cama” asegura la rubia, “salvo incluir a otra chica porque soy celosa, soy de cumplir las fantasías que tengas, lo hice en los médanos de Pinamar a las cuatro de la tarde con gente mirando, también en un ascensor. Ahora estoy libre y abierta a todo, no tengo problema en ir a cualquier lugar, un restaurant caro o a la Costanera a comer un chorizo.” Que sea el tuyo!
“Disfruto de hacer producciones hot” dice Ciardone abriéndose de gambas mientras agarra dos lámparas a guisa de pija, “pero no tengo la fantasía de hacerlo en un taller porque mi papá es mecánico y tener sexo ahí haría que me venga mi viejo a la cabeza, no lo disfrutaría.” A Ciardone no le cabe hacerlo en un taller mecánico, pero le encanta que le hagan chapa y pintura donde pinte. “Una vez nos fuimos de viaje con el auto y tuvimos que parar porque llovía muchísimo” dice armando el escenario del garche, “estacionamos al costado de la ruta y aprovechamos para hacerlo en el auto.” Y seguramente en algún momento abrió la ventana del auto, no para ventilar sino para escupir. “No puedo tragar el semen, me da arcadas” explica Claudia, “traté pero no puedo, igual intento y alguna vez voy a poder hacerlo.”
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