“Siempre la tengo toda depiladita, sin ningún pelito” dice Ayelén a punto de bajarse una mano en la empanada, “pero últimamente no tengo ni tiempo de masturbarme.” |
Puede que a esta altura Ayelén Paleo sea más reconocible de espaldas que de frente, porque la cara se la hicieron hace poco y la cola hace muchísimo. “Me hice unos retoques porque la última vez no había quedado conforme” dice la tanguera de su última cirugía, “me corregí la nariz, cambié los pómulos, o sea en total la cara me la hice tres veces.” Y el orto muchas más, porque como la demanda por entrarle por retaguardia es alta, la tarifa también sube. “También hago anal, pero no es con todos” dice como para dejar afuera a todos los interesados de billetera finita, “no es algo que haga todos los días, sale una vez cada tanto.” Pero no es que la puerta de atrás esté cerrada, sino que los pibes no golpean para que les abra. “En el arranque prefiero que
primero empiecen tocándome la cola, tengo más sensibilidad ahí, me enciendo más rápido” recomienda a todos los interesados en comerse ese pavito, “además me gusta que me elogien la cola, porque las lolas me las piropean todos, así que juéguenle una ficha a la cola.” Es una trampa, claro. Porque una vez que estás en la zona te vas a encontrar con esa jugosa empanada de carne que hoy Paleo desnuda en Playboy. “En el teatro estamos todos siempre en bolas” dice como si las fotos desnuda necesitaran una explicación, “y no es como dijeron por ahí que soy una sucia con olor a concha, vengan a oler! Me la depilo toda, no tengo ni un pelito.” Es como el taxista, mantener el taxi limpio es parte de su laburo, tiene que mantener su instrumento de trabajo en buenas condiciones.
Por eso Aye también se hizo depilación definitiva en la cola (para allanar el “camino a la gloria” según dice) y se rellenó los labios, cosa que el flaco de polera los sienta más mullidos. “Para el pete soy imparable, ahí no espero que me lo pidas, me mando de una” lanza a modo de advertencia a los tímidos de bragueta, “siempre trato de metérmelo entero en la boca, si la tenés muy grande no puedo, pero normalmente no tengo problema. Le pongo ganas, soy muy buena peteando.” Es que la práctica hace la perfección, y Aye no
empezó ayer. “Si hasta dijeron que fui una niña prodigio porque me comí a Silvio Soldán cuando tenía nueve, exageran pero es verdad que me gustan los hombres grandes, tengo fantasías con tipos maduros y poderosos” explica la flamante chica Playboy, “soy una yegua pero tranquila, no soy la sexópata que algunos creen al ver mi cuerpo, no es que voy a coger donde me agarran ganas y le doy en el medio de una plaza, aunque también depende de la situación.” De la situación económica que tenga el interesado, claro. “No es que no quiera ser botinera, no se me dió la oportunidad de salir con jugadores” aclara Aye cuando le preguntan porqué sale con uno de 70 años (dueño de varios bingos) en vez de atacar el mercado futbolístico, “salgo con tipos maduros cuando son poderosos pero humildes y no es por la plata, aunque obvio que si tienen mucha, mejor.”
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