Barby Franco se abre de gambas sobre la arena y pela un paty tan contundente y tentador que su misma dueña no se puede resistir. “Muchas veces intenté chuparme las lolas, el problema es que no llego” dice con sonrisa picarona la azafata de A Todo o Nada, “y no se sorprendan porque a las chicas nos encanta tocarnos, a mi me vuelve loca y lo hago muchas veces por semana.” Y no solamente cuando está sola sino también para darte una mano y que rinda el bombeo. “En la cama me toco para agrandar la explosión, eso me encanta” explica la morocha, “así puedo acabar dos o tres veces, no tengo ningún problema para llegar al orgasmo.” Y vos tampoco vas a tener ningún problema, porque la morocha es una maestra del pete. “Para el sexo oral soy la mejor de todas” asegura Barby, “es con lo que más elogios recibo.”
“Algún que otro dedito por atrás está bueno” dice Barby y vos sabés que después de dos dedos entrar en ese orto es patear un penal sin arquero.
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Barby Franco vuelve al ruedo con ese culo impresionante, sus riquísimos patys tostados y una carita de petera que la vende al toque y ella confirma. “Si me das a elegir me quedo con el sexo oral, me fascina” reconoce la morocha, “y los que lo probaron siempre me dicen que soy la mejor de todas, no tengas dudas.” Pero es imposible no tener una duda enorme al ver esa cola espectacular y más cuando Barby te invita a colar un par de dedos para complementar el bombeo. “Algún que otro dedito por atrás está muy bueno” admite Barby mientras vos vas preparando los garfios, “quizás no lo reconozcan, pero a todas las minas les gusta, especialmente al momento
de acabar.” Y con estas confesiones más el orto que muestra en el programa, son muchos los que al verla por la calle se la juegan a todo o nada. “Los que se me tiran en los boliches son demasiado babosos” dice la morocha, “y en la calle se me acercan adolescentes que me dan ternura porque ya son muy chicos para mí.” Es que a Barby siempre le gustaron los tipos más grandes, y más ahora que ya es mayor de edad: Barby cumplió los 21 y los festejó en la villa del mismo número. “Fui al barrio y me clavé tres platos de locro, estaba muy bueno” recuerda Barby, “pero me cayó muy pesado y tuve que ir al Sanatorio de la Trinidad donde me inyectaron Decadrón porque se me había brotado todo el cuerpo.”
Y algunas de sus colegas se brotan de sólo pensar en el contraste entre la Villa 21 y la vida de alto vuelo que llevan como azafatas de A Todo o Nada. “La villa es mi cable a tierra, si no voy siento que me muero” explica Barby, “las chicas no sé si lo entienden, quizás a mí me demuestran que es copado pero entre ellas comentan que soy una grasa, pero me chupa un huevo lo que digan.” Y por eso mientras otras la caretean
para no pasar por trolas, Barby va al frente como loca. “En la cama soy una jugadora de toda la cancha, juego arriba después voy abajo y la amaso bien” confiesa la morocha, “la posición que más me gusta es tipo perrito porque en cuatro me entrego completa.” Y si con una sola no te alcanza podés invitar a Sonia Benítez, un clon de Barby Franco que anda con ganas de armar una partuza. “Me gusta el sexo en lugares locos, en un colectivo de línea es lo más” dice la sosias, “ya cumplí muchas fantasías, ahora me faltaría estar con otra mina.” Y Franco se prende, especialmente si está un poco picadita. “Cuando tomo me pongo mimosa y encaro a todas las minas” dice Franco, “tengo la fantasía de llevarme una chica de un boliche para jugar un poco y hacer un trío en la cama.” Marche una partuza con dos Barbies!
Barby Franco sabe que hay algunos clones suyos facturando con el parecido en cabarulos y boliches, pero no le preocupa la competencia. “Ni me fijo en las demás minas, soy muy segura de mi misma porque vine de abajo y eso me hizo más fuerte que todas” explica la morocha, “en los desfiles me decían ‘negra de mierda, se nota de dónde venís’ pero para mí es un orgullo.” Es que Barby hoy vuela alto como azafata de A Todo o Nada, pero su origen mantiene sus pies sobre la tierra. “Sí, nací en la Villa 21 de Barracas y nunca pensé que iba a pisar un restaurant, calentaba ollas para bañarme, mi prima es adicta al paco, cuando tenía 14 años mi amigo se mató frente a mí, no la pasé bien” recuerda la morocha, “cuando me mudé en una casita de verdad y me bañé con agua caliente no lo podía creer, el cambio fue tan fuerte que me dieron ataques de pánico. Ahora me autorregalé un Fiat 500 que ya pasó a ser como mi novio: comparte mis enojos, alegrías y gustos (ni en pedo pongo música electrónica, sólo cumbia villera) y con lo que me costó conseguirlo y lo que me aguanta, es el gran amor de mi vida.”
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